Este fue nuestro tercer día en Oaxaca. Ya habíamos disfrutado de los colores y sabores del Mercado 20 de Noviembre en el centro de la ciudad, y las vistas de Monte Albán nos dejaron sin aliento. Ahora, era el turno de conocer un árbol milenario, un lugar donde la magia se hace con las manos, y un rincón que parece detenido en el tiempo.
Visitando el colosal Ahuehuete
Para este último día, decidimos un tour que encontramos en el centro de la ciudad. Aunque Oaxaca es tan impresionante que conocerla a fondo llevaría varios días, la realidad es que teníamos poco tiempo y demasiadas cosas que ver.
El tour que elegimos incluía Santa María del Tule, Teotitlán del Valle, la zona arqueológica de Mitla y, para cerrar con broche de oro, Hierve el Agua.
Nuestra primera parada fue Santa María del Tule, un pueblito a menos de 10 kilómetros de la ciudad de Oaxaca, lo que lo convierte en una visita casi obligada. Aquí se encuentra el famoso Árbol del Tule, un ahuehuete que es considerado uno de los más grandes del mundo. Su perímetro supera los 42 metros y se estima que tiene entre 2,000 y 3,000 años de antigüedad.
A pesar de ser un pueblo pequeño, no puedes dejar de visitar este imponente árbol, cuyo tronco está cubierto de formas caprichosas, como si la naturaleza hubiera pintado un mural en él. Estar cerca de un árbol de más de 2,000 años de historia es una experiencia increíble. La sombra que ofrece te envuelve, haciendo que te sientas parte de algo eterno.
En el pequeño pueblo también puedes disfrutar de antojitos y postres típicos que los lugareños ofrecen a los turistas. Si tienes ganas de un dulce refrescante, no dejes de probar el helado de leche quemada con tuna, ¡es la combinación favorita de los oaxaqueños! Ya me contarás qué te parece.
Teotitlán del Valle y la magia de sus manos
Después de maravillarnos con el Tule milenario, nos dirigimos a Teotitlán del Valle, donde los habitantes siguen creando magia con sus manos. Este pueblo es famoso por sus artesanías, especialmente los tapetes de lana teñidos con tintes naturales y las velas de colores que se roban todas las miradas.
En uno de los talleres de artesanos, nos explicaron cómo se elabora cada tapete, desde la esquila de las ovejas hasta la creación de los hilos y el tejido en el telar tradicional. Todo el proceso es completamente artesanal y, lo mejor, sin químicos. También nos mostraron cómo pintan los textiles con elementos naturales, lo que hace que cada tapete sea único. Y, por supuesto, no nos faltó una copa de Mezcal para entrar en calor y sentirnos como en casa.
Después de la experiencia con los tapetes, nos dirigimos a otro taller, donde nos hablaron sobre el significado de las velas en la región y su rol en las tradiciones matrimoniales. Las figuras que los artesanos crean con cera son impresionantes, y uno no puede evitar maravillarse ante la destreza con la que manejan este material tan delicado. En ambos talleres, también puedes comprar estas hermosas artesanías y llevarte un pedacito de la tradición oaxaqueña.
Mitla: mosaicos de piedra y geometría ancestral
Nuestra siguiente parada fue Mitla, otro de los pueblos mágicos de Oaxaca. Aquí visitamos la zona arqueológica, famosa por sus templos con intrincados patrones geométricos. Las piedras de los muros parecen hablar del pasado, y los detalles son tan perfectos que es difícil creer que fueron hechas solo con las manos.
La zona es pequeña, por lo que puedes recorrerla en un par de horas. Aprovechamos también que, en ese momento, se celebraba una exposición de los 7 moles tradicionales de Oaxaca, ¡y no pudimos resistirnos a probarlos! Si tienes la oportunidad, no dudes en hacerlo, es una delicia para el paladar.
Hierve el Agua: un paisaje petrificado
La última parada del tour fue Hierve el Agua, un lugar increíblemente hermoso y único. Famoso por sus cascadas petrificadas, formadas durante siglos gracias a los escurrimientos de aguas minerales, este sitio te permite ver el paso del tiempo en sus formaciones rocosas. El nombre de “Hierve el Agua” proviene del efecto visual que se produce cuando el agua sale de la roca, dando la ilusión de que está hirviendo, aunque en realidad el agua está templada.
En el lugar también puedes disfrutar de sus aguas minerales, que los lugareños aseguran que son buenas para la piel. Si te animas, puedes incluso recorrer el sitio hasta la base de las cascadas, lo que requiere algo de esfuerzo físico, pero es una experiencia impresionante para quienes aman la aventura.
Y para cerrar con broche de oro, nos llevaron a una fábrica de Mezcal, donde aprendimos sobre el proceso de elaboración de esta bebida tradicional, y no pudimos dejar de hacer una pequeña degustación de los diferentes tipos de mezcal. ¡La manera perfecta de relajarnos antes de regresar a nuestro hotel!
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